¿Tiene internet efectos secundarios?

sábado, 19 de julio de 2008


Desde hace algunos meses (muy especialmente desde que me dedico a pulular por la blogosfera) noto que me cuesta bastante más leer. No se trata de que tenga dificultades a la hora de interpretar los símbolos que hay sobre las páginas, sino que cada vez me cuesta más tener una lectura profunda de varias horas. Recuerdo que cuando tenía diez años podía leerme un libro en una tarde (aquellos típicos libros de Pesadillas que tenían apenas 130 páginas). Tampoco solía tardar más de cinco días en leerme volúmenes de cerca de quinientas hojas, y eso si no me daba por pasarme una tarde entera leyendo.

Sin embargo, de un tiempo para acá, mantener una lectura prolongada (digamos, unas dos horas seguidas) me cuesta muchísimo. En seguida me desconcentro, empiezo a pensar en otras cosas o me da por encender la tele o venir al ordenador a ver si tengo algún correo. Soy incapaz de focalizar mi atención en las páginas del libro. Pensaba que era algo que me pasaba únicamente a mí, producto de una mezcla de pereza y enchufe a los vicios de la vida moderna (ya se sabe: salir de fiesta, tele, internet...), pero resulta que podría haber una explicación alternativa.

Ayer leí un interesante artículo (gracias al comentarista StuartMill) sobre este asunto que aventura que el motivo de esto podría ser la forma en que seleccionamos información en internet. Cuando uno se aficiona a vaguear dando vueltas por la red, a menudo busca satisfacer su curiosidad de forma rápida. Vamos de un lado para otro, haciendo click en distintos hipervínculos, echando un vistazo rápido a la web que acabamos de visitar y pasando a la siguiente. Buscamos información de forma instantánea: tecleamos en Google los datos que queremos buscar y si lo que deseamos no está en la primera página de resultados, volvemos a buscar cambiando los datos o simplemente abandonamos. Las largas tardes de rastreo de datos en la biblioteca de la Facultad se sustituyen por hallazgos instantáneos con la colaboración de los motores de búsqueda o las enciclopedias en la red.

De esa manera, nuestro cerebro se reconfigura y adapta su funcionamiento a la forma en la que lo utilizamos. La función leer no es instintiva, por lo que debemos enseñar a nuestra mente a interpretar las letras y a extraer un mensaje según la forma en que éstas se ordenen. Si enseñamos a nuestra mente a buscar mensajes de forma rápida y eficiente (tal y como hacemos cuando rastreamos en internet), nuestro cerebro elimina la capacidad de concentración. Al perder esa capacidad de ser pacientes en nuestra forma de buscar información, concentrarse en la lectura de un libro resulta casi imposible. Seguro que si alguno de nosotros va a una biblioteca a buscar información sobre un tema concreto, apenas sabría por dónde empezar sin usar un ordenador. Y si supiera por dónde hacerlo, la pereza de pasarse varias horas rebuscando entre libros le haría desistir.

La popularidad de internet ha hecho que su formato se extienda a otros medios de comunicación, como por ejemplo, la tele. Los canales de televisión readaptan la pantalla para mostrar mucha información a la vez: mensajes de sms de los espectadores, información sobre lo que vendrá a continuación, consejos publicitarios que aparecen de repente en la pantalla... Los cortes publicitarios de la Fórmula 1 combinan a la vez los anuncios y la carrera en un recuadro pequeñito. Lo último que hacen los canales de televisión es poner en una esquina el programa que van a emitir esa noche en hora de máxima audiencia y mantenerlo ahí todo el día para que los espectadores conozcan qué van a poner en el prime time.

La modificación de los hábitos de lectura pueden llevarnos a una forma totalmente nueva de leer, que se caracterizaría por la impaciencia en el rastreo de la información. ¿Quién sabe si con el paso de los años los libros desaparecerán tal y como los conocemos? Yo, por mi parte, seguiré luchando contra mi incapacidad para concentrarme.

4 opinones:

Manel dijo...

Hola Mario,

Hace un mes o así enlacé en un artículo Is Google Making Us Stupid?. Vamos, que no es algo que te suceda a ti solo.

Anónimo dijo...

No se desespere don Mario. A mí me parece imposible que con el curriculum que ha expuesto, todo esto se deba a algo poco menos que instantáneo. Quiza necesite unas vacaciones bien merecidas.

Andrés Álvarez dijo...

La culpa la tiene tanto MSN, tanta fiesta, tanta playa, tanto Tuenti y tanto Blogger...¡Jajaja!

Lo de buscar en los manuales de la Facultad se acabó con ese maravilloso y caro invento de Westlaw-Aranzadi...

José Mateos dijo...

Estoy completamente de acuerdo. A mí me pasa lo mismo.