Artículo publicado en La Vanguardia, el 24 de marzo de 1933.
(De nuestro redactor en Alemania)
Berlín, marzo, 23.
El discurso que el canciller acaba de pronunciar ante el Reichstag puede calificarse de moderado y pacifista. En el tono es quizás el discurso más moderado que haya jamas salido de labios de Hitler; tanto, que en algunos de sus párrafos, cuando se refirió a la intangibilidad de la propiedad privada, pudo presenciarse el pasmoso contraste de que le aplaudieran los nacionalistas y católicos, mientras sus propios partidarios permanecían impasibles.
Hitler apareció vistiendo el uniforme de sus tropas de asalto, así como todos los diputados de su partido.
El discurso se ha dividido en tres partes principales: política interior, política económica y política exterior; y aunque todos los temas han sido tratados en cierto modo con la abstracta generalidad característica en la oratoria del «pueorer»[sic], en lo que se refiere a política exterior ha hecho afirmaciones concretas. El Gobierno del Reich está dispuesto a colaborar sinceramente en el mantenimiento de la paz a base del plan de Mussolini. Además, Alemania quiere conservar las más cordiales relaciones con todos los países, incluso con la Unión Soviética.
Respecto a política económica, el Gobierno desecha todo experimento peligroso, tanto en lo que se refiere a la moneda como al comercio con el exterior.
En el desarrollo interior, Hitler ha asegurado que el Gobierno desea que los acontecimientos se desarrollen por cauces jurídicos y ha proclamado la inamovilidad de la Judicatura.
Cuando Hitler hubo concluido su discurso, fue puesta a votación la moción por medio de la cual se concedía al Gobierno poderes dictatoriales para legislar por si mismo. Sólo los socialistas votaron en contra. El jefe de la fracción católica explicó el voto de su fracción diciendo que votaba la moción porque aunque no la votara, el Gobierno disponía de otros medios para realizar su voluntad y lo que los católicos pretendían conseguir era evitar los métodos violentos contra el Parlamento.
A continuación el Reichstag se dio asimismo vacaciones ilimitadas hasta que el Gobierno quiera llamarle de nuevo a consulta.
En unas nuevas declaraciones, Hitler ha declarado qué el Gobierno no quiere prescindir totalmente del Parlamento. Los poderes concedidos al Gobierno están solamente limitados por los poderes del Presidente de la República y la integridad del propio Parlamento.
La primera ley que va a promulgar parece que será la que se refiere a la transformación de los sindicatos socialistas en el sentido de que sean sindicatos pertenecientes a un régimen corporativo, según el ejemplo italiano. — Assía.
Desde luego, el tal Assía era todo un visionario.
"Hitler, pacifista"
sábado, 7 de febrero de 2009
Por García en 0:25 6 opinones
Artículo sobre: Alemania, Democracia, Fascismo, Historia, Hitler, Internacional
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