El derecho de propiedad en el anarco-capitalismo.

lunes, 19 de mayo de 2008

Una de las mayores contradicciones del anarco-capitalismo es precisamente que supondría la extinción del derecho de propiedad como derecho fundamental de las personas, por más que los ancapistas se nieguen a reconocerlo.

Pensemos cómo funciona un sistema de anarquista de mercado. No existe Estado. Todos los bienes que podrían ser facilitados por los Poderes Públicos, son ofrecidos por empresas privadas que funcionan con mayor eficiencia. No importa a qué servicio nos refiramos: seguridad, sanidad, educación, tutela judicial... El que sea.

Vamos a hacer un experimento sobre el funcionamiento de un sistema ancapista. Supongamos que un pedazo de terreno es mío. Para defender ese pedazo de terreno de intromisiones ilegítimas en mi derecho de propiedad necesito un servicio de seguridad privada y un servicio de impartición de justicia privado (con jueces y todo) como mínimo. Para garantizar la integridad física de los que vivamos en esa propiedad necesitamos un seguro privado que provea servicio de bomberos y servicios sanitarios. También necesitaré un sistema privado de educación para que mis hijos puedan formarse.

Hasta aquí relativamente fácil si uno tiene dinero. Aceptemos que lo tenemos como punto de partida. Pero la efectividad de un sistema jurídico (y el anarco-capitalista también lo es) se prueba haciendo surgir conflictos entre los individuos. Sólo así podemos descubrir su perdurabilidad como sistema político razonable.
En este tubo de ensayo hipotético, metamos un poco de conflicto. Vamos a empezar por lo más radical. Mi vecino, hombre muy acaudalado, quiere aumentar su propiedad para contruirse una casa mayor de la que ya tiene. Para hacerlo, ambiciona parte de mi terreno y me hace una oferta sobre él. Yo, que adoro mi finca y no la vendería por nada del mundo, rechazo amablemente la oferta. Pero claro, él no acepta un "no" por respuesta y, al no poder alcanzar un acuerdo de voluntades conmigo, decide usar una fuerza militar mercenaria. Contrata a un grupo de soldados mejor armado, mejor entrenado y más numeroso que los que defiende mi hogar.
En esas circunstancias, no le es difícil apoderarse de parte de mi finca por la fuerza sin que mis empleados puedan hacer nada por impedírselo. Decido entonces acudir a los jueces (privados, por supuesto). Dado que no hay Derecho positivo (no hay órganos estatales para legislar), los jueces juzgan según su buen saber y entender en base los principios del "Derecho Natural". El primer problema que se plantea en este caso, es decidir quién tiene la competencia para conocer del litigio... ¿Los jueces empleados en la empresa jurídica pagada por mí o los de la empresa jurídica pagada por mi vecino? No es algo baladí, porque en función de cuál sea la respuesta, los jueces que decidan el caso estarán pagados por mí o por mi vecino. Y todos sabemos que a una empresa siempre le interesa mantener un cliente.

Seamos buenos con los ancaps: supongamos que mi vecino (el que invadió mi finca con una fuerza militar) es lo suficientemente civilizado como para consensuar conmigo un juez pagado por ambos a partes iguales, para que no haya favoritismo (lo cual es discutible, porque si él es más rico que yo, igual el juez está interesado en caerle bien para que le contrate más veces). En este caso, habiendo un juez consensuado, habría más posibilidades de que existiera cierta neutralidad.

Vale, ahora imaginemos que se diera el caso de que el juez falla a mi favor y reconoce que la finca es mía y que según el "Derecho Natural" mi vecino no puede quitarme mi terreno. Ahora es cuando en un sistema jurídico actual tocaría "ejecutar la sentencia". La ejecución puede ser de dos formas:

1) Voluntaria: mi vecino me entrega mi finca y en paz.
2) Forzosa: mi vecino se niega a entregarme la finca.

En ese caso, en un sistema estatista, el juez recurre a las Fuerzas de Seguridad estatales para obligar al condenado a abandonar la propiedad ajena.

Pero claro, en un sistema anarco-capitalista no existen Fuerzas estatales. O lo que es lo mismo: la ejecución forzosa de la sentencia judicial es imposible si no pago a una fuerza militar superior a la de mi vecino que consiga, a través de la violencia, expulsar al intruso. Pero claro, si tuviera esa fuerza militar directamente no habría acudido a un juez. La conclusión que saco es que el cumplimiento de la sentencia depende de la buena voluntad de mi vecino, cosa en la que por cierto, no confío después de que haya llenado mi jardín de soldados mercenarios.

En un sistema ancapista habría, por tanto, una virtual desaparición del derecho de propiedad. Por tanto, es un sistema anti-liberal.

12 opinones:

Fernando A. Ramírez Martínez dijo...

Me ha gustado. Sobre esto ya hemos reflexionado mucho algunos. Esta suposición también concluiría que el ancap no es liberal, es anarquista y punto. En cuanto se niega la vertiente política del hombre —por cierto, eso es bastante anti-iusnaturalista— se acaba desembocando en la ley de la selva. Bueno, en realidad en el feudalismo, la selva no es lo suficientemente ilustrativa del asunto.

Por cierto, Blackwater no es más que una organización de seguridad militar. Que sus miembros puedan ser considerados mercenarios en ciertas circunstancias es otro asunto. Al menos su presencia en Irak no lo es y está amparada por los protocolos de Ginebra, (son superseguratas por así decirlo).

Kobol dijo...

A los ancapistas en cuanto les empiezas a poner ejemplos prácticos se les cae el castillo de naipes. ¿Quien regularía los vértidos tóxicos? ¿De quien es el mar? ¿Que hago si mi vecino de arriba no quiere arreglar una gotera y no acepta mi justicia privada? ¿quien validaría los controles de calidad en alimentos y medicinas? (siempre podrías denunciar a la empresa después de muerto xD) ¿como se delimitaría la altura de las torres? ¿si una empresa privada compra la Alhambra podría dinamitarla?, etc...

Anónimo dijo...

Lectura recomendada: Hobbes "El Leviatán".

El liberalismo solo es posible con estado. Para que se de el liberalismo es imprescindible la existencia de propiedad e igualdad, y para garantizar ambas es necesaria la fuerza. Solo caben dos posibilidades: o el estado garantiza que cada ciudadano se haga dueño del fruto de su trabajo, o los débiles tendrán que confiarse a los fuertes con lo que pierden su libertad y devienen vasallos.

El capitalismo tiende a la situación optima desde la óptica del beneficio que es el monopolio. Es una tendencia suicida porque llegado ese momento desaparece la virtud liberal por excelencia: la competencia.

García dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
García dijo...

Corrijo mi comentario anterior (por una grave falta de ortografía :-D)

@viejocon

Estoy de acuerdo, pero con una precisión: desde mi punto de vista, la virtud liberal por excelencia es la libertad. La competencia es consecuencia de la existencia de esa libertad. Lo contrario a la libertad de elección y empresa (y por tanto a la competencia) es el monopolio.

Anónimo dijo...

Estamos de acuerdo Mario, podríamos dejarlo en: la libertad es la esencia y en función de ella optamos por la libre competencia en lo económico y por un poder constutucionalmente limitado en lo político.

Anónimo dijo...

Este... se supone que en el mundo ancap todo el mundo ha aceptado el "principio de no agresión", así que se da por hecho que tu vecino nunca debería iniciar esa agresión, o que nunca lo va a hacer. O que en el mundo de fábula ancap, como todos son muy buenos y sólo creen en la libertad, nadie le daría la razón al agresor y los sistemas de justicia automáticamente y en bloque se volverían montando el cólera contra él en defensa de la legítima propiedad de cada uno.

Vamos, que si quiere uno se lo cree, como se es muy libre de creerse que en el Paraíso hay ríos de leche y miel, por ejemplo.

El caso que propones, dentro de lo que cabe, está claro, pero hay muchas otras clases de agresión que a los ancap se la refanfinfla. La agresión y el acoso moral, por ejemplo, pueden ser más devastadoras y lesivas para la persona que un par de tortazos, pero por lo visto la integridad personal no es "propiedad" de uno. Eso lo sabía hasta de la Barca, "la honra es patrimonio del alma", y la segunda parte ya según cada uno, "y el alma sólo es de Dios". ¿Esas agresiones cómo se juzgan?

El materialismo es una doctrina seria, pero este materialismo tan grosero y cutre es que es la pera.

García dijo...

@ anónimo

El ejemplo que he puesto ha sido muy básico. No pretendía excluir los demás derechos fundamentales (expresión, honor, vida, etc.), sino que pretendía hacer un razonamiento en términos exclusivamente económicos y fáciles de comprender. Si hubiera intentado razonar en términos de derechos no materiales habría tenido que hacer una interpretación jurídica más exhaustiva, cosa que pretendía ahorrarme.

Tienes razón en una cosa: el anarco capitalismo falla en la práctica, como muchas utopías, porque para su existencia se requiere la aceptación de un dogma de fe: la bondad humana o el que sea, da lo mismo.

Reconozco que admiro el intento de maximizar la libertad individual, aunque se haga de una manera que considero poco apropiada. No obstante, sí quiero decir que me preocupa que el anarco capitalismo sea intrínsecamente antidemocrática (es lógico). Me preocupan las utopías que llaman a superar la democracia en nombre de un objetivo intelectualmente superior.

Anónimo dijo...

Anónimo enfoca bien el asunto. Detrás del liberalismo hay una concepción pesimista de la naturaleza humana. Puesto que los hombres pueden comportarse como "lobos para el hombre" -citando de nuevo a Hobbes- ha de existir un poder que arbitre los conflictos. Pero como todo poder tiende a convertirse en absoluto -con lo que sería peor el remedio que la enfermedad- dicho poder ha de estar dividido, limitado y controlado.

Los socialismos parten de una concepción optimista de la naturaleza humana, somos "buenos salvajes" -Rousseau- pero la sociedad nos malea. Reformando la sociedad, automáticamente, nos haríamos bondadosos.

Los anarco-capitalistas piensan -bastante ingenuamente- que el capitalismo en ausencia de estado garantizaría a todos el logro de sus metas y, por tanto, eliminaría los conflictos. Vuelven a la idea de los utópicos: en realidad sin sociedad -para ellos sin estado- seríamos buenos.

Marzo dijo...

Detrás del anarquismo (al menos el que sería el mío si yo fuera anarcocapitalista) hay una concepción realista del Estado: es una agrupación de seres humanos que reclama el monopolio de 1) la venganza y 2) el inicio de la agresión en un territorio, y consigue que una cantidad suficiente de sus habitantes crea que es legítimo.

Detrás de todo estatismo que no sea de Estado como mal menor, pero mal, hay una harto ingenua concepción angélica del Estado.

Andrés Álvarez dijo...

Toda la disección expuesta en el artículo me parece válida y muy razonable. Personalmente considero que el Estado debe existir; pero no por que sea necesario (que lo es) para garantizar nuestros derechos, si no también por que el Estado es la única manera de lograr el progreso y la paz social. Destruír el Estado es volver al Estado de naturaleza que tan fielmente retrató Locke; "homo homini lupus", volver a las cavernas, a la guerra constante del hombre contra hombre.

Un saludo.

J. Galt dijo...

Se iría a un tribunal de arbitraje neutral, como hoy lo sería el tribunal de la Haya, cuando existe un conflicto limítrofe entre 2 países.
Para comprender el ancap, sólo debe llevar las relaciones Estado-sociedad actuales a niveles micro.
Les recomiendo leer a Rothbard, Hoppe, Benson, etc. antes de emitir un juicio irracional sobre el ancapismo.

Saludos